Buscar este blog

lunes, 6 de junio de 2011

Registra, ella registra....

“Hace ya muchos, muchos, muchísimos años, esta tierra era nuestra y vivíamos instalados en la dicha gracias a una mujer excepcional, una diosa: la llamábamos simplemente Capitana y ella no esperaba nada más de nosotros, tan sólo guiarnos por sendas de felicidad y bienestar. Siempre fue humilde y siempre estuvo al lado de los humildes y de los desamparados. Fue nuestra luz, nuestra guía. La Capitana. Una madre para todos nosotros (…). Por una vez en la larga y triste historia de la humanidad, se habían invertido los papeles: ella les quitaba a los ricos para que a los muy pobres, a los siempre olvidados, no les faltara nada”

Luisa Valenzuela
Cola de Lagartija


“El cuerpo de Eva es portador de dos aspectos indispensables al régimen: de allí la importancia de su cuerpo real como forma visible de su cuerpo político. A diferencia del rey, cuyo cuerpo material es amparado por su cuerpo político y, por consiguiente, es indisoluble pero también puede sufrir todo los padecimientos de la edad y de la enfermedad, el cuerpo material de EVA es un refuerzo, un potencial al servicio de su cuerpo político. En realidad, casi podría decirse que ese cuerpo geminado ha invertido sus funciones: el cuerpo material de Eva produce su cuerpo político.

Beatriz Sarlo
La pasión y la excepción



Tuve que tomarme un break. El break de la distancia. Al principio, creí que eran ambos relatos de la misma especie. Que los dos planteaban un lugar común, el de tomar a Eva como eje y luego desde allí resignificar. Walsh y la militancia. Imposible separarlos. La ficción no se opone a la historia. Retomo la idea de mi primer lectura. Por el contrario, la ficción se hace cargo de eso que la historia no puede ‘decir’. Hay una verdad (varias) que pueden salir de la literatura. Hay una historia oficial, así con mayúsculas. Una historia que no está trabajada por la subjetividad. La historia es una serie de versiones, y de relatos que nos llegan. Estas versiones están tamizadas por ideologías. Esta historia, oficial (sigo) no está trabajada por ninguna subjetividad, desde allí, plantear que la literatura es el espacio de reposición de la memoria. Como ese cuerpo desaparecido. Ese cuerpo mencionado como un peregrino del destino de la patria. La historia oficial nos cuenta que ese cuerpo estuvo en varios lugares y sin embargo solo muy pocos supieron la verdad. Y en ese cuerpo radica la verdad de la que hablaba Sarlo, y a la que hacen referencia las citas que elegí en el principio. Cada vez que me encuentro con el cuento “Esa mujer” suenan voces de las desapariciones, ese terrorismo de estado que se devoró a sus hijitos y ella, la madre de los humildes, fue la primera víctima. Porque todo estaba en su cuerpo: desde su potencia discursiva, el ser mujer y ser quien (para todo antiperonista) lleva los ‘pantalones’ y ser una renegada. También ser una diosa, venerada y puesta en la actualidad como un ícono puro. El cuento me provoca intriga, porque sé que el coronel tiene la exacta cifra, donde está ese cuerpo. Y si ese cuerpo aparece, entonces habrá donde dejar mil flores y donde uno podrá pedir y sentir esa “edad de oro” de los mitos y las leyendas. Esas en las que mi abuela contaba que ELLA le había regalado la máquina de coser. Y la otra abuela contando que ELLA (ipsa) era la que los quiso deportar por no tener su retrato en el negocio. Yo creo que en este cuento se articulan por un lado, la cuestión de la identidad, la búsqueda hermenéutica por ese cuerpo (por todos esos cuerpos que necesitamos para recuperarlos, para tenerlos con nosotros) y para reparar esa ausencia. Porque siento que el periodista al principio posee un sentido de la esperanza. Él busca un cuerpo y todavía no sabe que en definitiva esa búsqueda habrá de marcarlo para siempre. La búsqueda está desde el principio del relato. Nunca se nombrará a la mujer, porque justamente es el lector quien debe reponer los significantes. No nos están vedados, están allí para que nosotros nos volvamos receptores y no pasivos. Estos textos nos están pidiendo un compromiso y un lugar. ¿Qué puedo decir de este cuento que no se haya dicho? (¿Hay alguna verdad que hallar?)

• Lo histórico, lo que sabemos

“(…) ¬¿Qué querían hacer?
¬Fondearla en el río, tirarla de un avión, quemarla y arrojar los restos por el inodoro, diluirla en ácido. ¡Cuanta basura tiene que oír uno! Este país está cubierto de basura, uno no sabe de dónde sale tanta basura, pero estamos todos hasta el cogote.
¬Todos, coronel. Porque en el fondo estamos de acuerdo, ¿no? Ha llegado la hora de destruir. Habría que romper todo.
-Y orinarle encima.
¬Pero sin remordimientos, coronel. Enarbolando alegremente la bomba y la picana. ¡Salud! -digo levantando el vaso (…)”


Lo angustiante que ignoramos:

“(…) Yo busco una muerta, un lugar en el mapa. Aún no es una búsqueda, es apenas una fantasía: la clase de fantasía perversa que algunos sospechan que podría ocurrírseme (…)”

“(…) Algún día (pienso en momentos de ira) iré a buscarla. Ella no significa nada para mí, y sin embargo iré tras el misterio de su muerte, detrás de sus restos que se pudren lentamente en algún remoto cementerio. Si la encuentro, frescas altas olas de cólera, miedo y frustrado amor se alzarán, poderosas vengativas olas, y por un momento ya no me sentiré solo, ya no me sentiré como una arrastrada, amarga, olvidada sombra (…)”

• El desconcierto ante el conocimiento

“(…)¬ Pero esa mujer estaba desnuda -dice, argumenta contra un invisible contradictor-. Tuve que taparle el monte de Venus, le puse una mortaja y el cinturón franciscano (…)”

“(…) ¬Sí, ya le dije que esa mujer estaba desnuda. Una diosa, y desnuda, y muerta. Con toda la muerte al aire, ¿sabe? Con todo, con todo...
La voz del coronel se pierde en una perspectiva surrealista, esa frasecita cada vez más rémova encuadrada en sus líneas de fuga, y el descenso de la voz manteniendo una divina proporción o qué. Yo también me sirvo un whisky (…)”


• Conocer es justamente desconocerSE


“(…) ¬Llueve día por medio ¬dice el coronel-. Día por medio llueve en un jardín donde todo se pudre, las rosas, el pino, el cinturón franciscano.
Dónde, pienso, dónde.
¬¡Está parada! -grita el coronel¬. ¡La enterré parada, como Facundo, porque era un macho! (…)

¬“(…) Es mía -dice simplemente¬. Esa mujer es mía (…)”

No hay comentarios:

Publicar un comentario