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domingo, 23 de enero de 2011

FIEBRE MANYANTE O EL ENGAÑO DE KAISER SOZE







Había dejado la fiebre “manyante” como le gustaba llamarla. Cada vez que se enojaba, o se irritaba, muy simplemente su cuerpo reaccionaba contra esa “NO” descarga provocando los síntomas más típicos: fiebre, dolor de garganta, y pérdida de voz. Luego de muchos años de psicoanálisis aprendió que el cuerpo no se enferma, sino que es la mente la que enferma el cuerpo, por lo que trató de pensar un poquitín más Asclepiamente (ya que tanto nombró al Ofiuco) y se dio cuenta de que la razón de su estado cuasi vegetativo se debía a los últimos cambios de humores. No es divertido que no le paguen el sueldo, lo cual la lleva a terminar trabajando en enero para pagarse el viaje de febrero y su regreso en marzo. Trabajo es sinónimo de desgaste físico y de gasto que se ve pero no se disfruta. La inversión de energía que hizo en el último año le ha sacado fuerzas y (para qué negarlo!) ganas. Ya no se divierte tratando de pensar en otras cosas, los sms que llegan y en definitiva una necesidad de tomarse el Buque lo más pronto posible porque cree no poder aguantar más.
Es entonces donde viene a rescatarla la fiebre. La fiebre es uno de los síntomas más interesantes que puede tener un ser humano. En algunos casos, llega uno hasta al máximo delirio. En ella, la fiebre se le presenta con un sabor que en un tiempo prudencial será legitimado por el leve ensoñamiento y el frío. Pero en sí, el mecanismo que encierra es que es en el delirio donde se puede pensar más fríamente. En el delirio le aparecen tres imágenes, una es la reacción violenta, como en un acto de exorcismo en el cual uno termina insultando al otro que tiene adelante tan bestialmente que casi termina en un vómito verde en la cara. El otro tiene que ver con una imagen un poco menos violenta, pero no por eso menos efectiva: “Mi nombre es Legión” dijo el demonio que estaba siendo expulsado del cuerpo frente a Cristo. Una Legión de demonios se meten en mi lenguaje para expulsar al otro. Un alud demoníaco atormenta su mente y hace que le suba aún más la fiebre. Entonces la frase final: “El mejor engaño del diablo es hacerle creer al mundo que él no existe” Y Voilá, desapareció como el aire….

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