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jueves, 30 de septiembre de 2010

Julio Cortázar, Rayuela





"Andábamos sin buscarnos,

Pero sabiendo que andábamos

para encontrarnos”


Oliveira


La realidad es irrecusable, se la siente, basta tener el valor de estirar la mano en la oscuridad (Cortázar, 2000:618). Los cuerpos lo saben muy bien, saben que el suelo no va a esfumarse para el próximo paso que den; lo saben porque confían en el mundo, en ese horizonte inacabado e indefinido, correlato de todos sus actos posibles. Poseemos certezas por el sólo hecho de existir, es decir, de estar-en-el-mundo, de estar inmersos en el mundo. Así como con el suelo, los cuerpos se manejan también con la certeza del otro, de aquella persona que no deja de incomodarme con su necia mirada, o de aquella otra que no responde a la mía, de la que se escucha muy débilmente caminando por una calle que no alcanzo a ver desde aquí, de aquella persona que me toma apenas la mano sin decir una sola palabra, en el pleno silencio. Y es que a veces no se necesitan palabras para comunicarse, estas no son los únicos modos de coexistencia, de pedir o responder a una solicitación, sea esta explícita o no, sea aquella afirmativa o no. “La verdadera otredad hecha de delicados contactos, de maravillosos ajustes con el mundo, no podía cumplirse desde un solo término, a la mano tendida debía responder otra mano desde el afuera, desde lo otro” (Cortázar, 2000:240).


El tema de la soledad venía ocupando los pensamientos de Oliveira desde hace rato ya, mientras caminaba por los laberintos de París con un cigarro en la boca, como de costumbre. Le parecía que tal tema involucraba el problema de la incomunicación, ese desinteresado e hipócrita intercambio de saludos o gestos que mejor ni se hicieran; quizá había que vivir de otra manera, tirarse en sí mismo con una tal violencia que el salto acabara en los brazos de otro (Cortázar, 2000:239). Había entonces que poseerse a sí mismo primero, que conocerse de cabo a rabo y aceptarse como tal, de lo contrario no habría posesión de la otredad. Pero… ¿quién se poseía de veras? —Se pregunta Oliveira— ¿acaso no todos alguna vez hemos caído en la gran ilusión de la compañía ajena, eso de buscar estar por lo menos solo-entre-los-demás, no pudiendo contar ni con la compañía propia pero metiéndose en el cine, en la casa de unos amigos, en un bar…? ¿Quién está expuesto totalmente ante sí, quién es transparente para sí mismo? No, no bastaba con poseerse a uno mismo; el otro no existe como una transposición de mí existir hacia la “masa de carne” que percibo actuar semejante a mí, el otro no resulta de una simple deducción llevada acabo “desde mi yo”. Se dan efectivamente correlaciones entre mi modo de ser y el de la otra persona, pero “la percepción de la misma precede y posibilita tales constataciones, éstas no la constituyen” (Merleau-Ponty, 2000:363). Además, a veces esa persona reflejada en un espejo se torna ajena, no la logramos captar bien. Por momentos nos escapamos de nosotros mismos; no, no hay aquí ninguna dualidad ni desdoblamiento, es simplemente nuestra ambigüedad la que se hacer notar, ese indeterminado e inacabado, siempre posible ser que somos hasta para nosotros mismos ¿Desde dónde percibir la otredad, cómo distinguirla si ni nos distinguimos muy bien a nosotros mismos? ¿Cómo es que así, aún encontrándose terriblemente solo, no dudamos de la existencia de la persona que camina frente mío por la calle? “La soledad y la comunicación no tienen que ser los dos términos de una alternativa, sino dos momentos de un único fenómeno, dado que, de hecho, el otro existe para mí… Es necesario que la experiencia me dé de alguna manera al otro, puesto que de no hacerlo, yo no hablaría siquiera de soledad ni podría declarar inaccesible al otro” (Merleau-Ponty, 2000:370). De pronto, Oliveira se daba cuenta de otra y peor paradoja: él mismo se encontraba constantemente al borde de la otredad, pero no la podía atravesar.


¿Por qué Oliveira no podía tirarse de lleno a esa otredad por la que rondaba? ¿Quién era? “Te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitas a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo” (Cortázar, 2000:592). Oliveira y la Maga: representación de la mismísima contradicción de la existencia humana. Él, un intelectual que anda por el mundo buscando, perdiéndose muchas veces en puros pensamientos, en la sed de ubicuidad, evocando constantemente momentos ya vividos, abstrayéndose, manteniendo distancia del mundo, presente casi siempre en otra parte y tiempo… Ella, dedicada a vivir irracionalmente el momento, a recoger la vida con sus propias manos, empeñada en una situación concreta cualquiera, por más simple y tonta que fuera… La Maga: como agua en las manos de Oliveira; este no logra contenerla, ella se le escapa en su fugaz e intensa actualidad, quiere vivirla, abrazarla completamente, pero no puede porque la Maga es la Maga y Oliveira es Oliveira. Pero coexisten los dos, juegan en el mismo París, entre las mismas calles. Se da entre ellos dos una rara relación de motivación: la Maga lo llama a saltar hacia ella pero él no salta, le toma distancia, aún sabiendo que es preciso saltar, aún admirándola por su modo de ser, aún buscando lo que ella vive; “hay unos ríos metafísicos… Yo describo y defino y deseo esos ríos, ella los nada. Yo los busco, los encuentro, los miro desde el puente, ella los nada” (Cortázar, 2000:234). Oliveira le tiende la mano a la Maga, y la de ella ahí está, esperándolo, mas decidida a no hacer todo el trabajo, a atraerlo ella sola hacia él, a pesar de que lo llama…

miércoles, 22 de septiembre de 2010

".Lo único que no entiendo es por que he tardado tanto en saber que todo eso lo había sabido siempre"




EN UNO DE ESOS ATAQUES DE KAS-PA, COMPRA UNA TARJETA DE TELÉFONO Y LO LLAMA. ESTÁ ATAKADÍSIMA. NO ERA LO QUE CONVINIERON. SI UNA PERSONA VUELVE DE AFUERA, VUELVE SOLA...PARA ESO NO SE VUELVE. NO SE ENTIENDE EL MITO DEL ETERNO RETORNO SI EL "RETORNO" ES CON SALAMANDRA COLGANDO EN LA MOCHILA...

SI A ESO SE LE SUMA LA INTRANQUILIDAD DEL PAPANATAS CON LA MADRE DEL FUTURO RETOÑO (RETOÑO, NO RETORNO) ES OBVIO QUE SE SIENTE QUE NO SÓLO LE TOMAN EL PELO SINO ENCIMA LE TOMAN EL BRAZO, CODO, Y PIERNA...

QUE SE LES OCURRA AL OUTLET PERMANECER GUSTOSOS DE SU REALIDAD, ES ALGO QUE DEBE HACERLOS FELICES, PERO QUE ENCIMA LE PARTICIPEN LA NOTICIA DE SU ESTANCAMIENTO, YA PASA A SER AFRENTA PERSONAL...

QUE UN RIDÍCULO PSICÓLOGO PARA LOGRAR "UN ACTIN" HAYA HECHO UN PERSONAJE POR DEMÁS APARATOSO, ES MOLESTO. MUCHO PEOR ES QUE ANTE UN MENSAJE CONTESTE "TODAVÍA SAPO, TRATO DE TRABAJAR PARA SACARME LAS VERRUGAS", ESO SE TOMA COMO AFRENTA PERSONAL...

QUE SE LE OCURRA AL INFAME DEL DIRECTOR QUE VAYA A TRABAJAR EN EL FRANCO PORQUE TIENE REUNIÓN DE INSPECTORA ES ALGO QUE UNA PUEDE CUMPLIR. DE HECHO, SE LE OCURRE NO SÓLO IR A TRABAJAR, SINO APROVECHARSE DE ESO PARA PEDIR ALGUNOS DÍAS PARA OCTUBRE Y RAJARSE HACIENDO LA MULA SALTEÑA PARA LOGRAR SU COMETIDO. PERO QUE DE REPENTE SEA VOX POPULI Y TENGA QUE OCUPAR EL ESPACIO DE TRES JUEVES, YA ES UN ABUSO...

QUE LA RIDÍCULA LE DIGA FRACASADA POR EL NUEVO BEBÉ DE LA FAMILIA ES ALGO QUE CUALQUIERA SE PUEDE AGUANTAR. DE HECHO, HASTA UNO SE PONE FELIZ POR EL PEQUEÑO VÀSTAGO...PERO QUE DE REPENTE UNA MINA SIN CONCIENCIA DE "SER MADRE" LE DIGA A OTRA QUE DIRECTAMENTE "NO ES MADRE" QUE ES UN FRACASO, PARECE ALTERNAR CON DOSIS DE PSICOPATOLOGÍA DE DIVÁN...

QUE EL INFELIZ DE UN ENTRENADOR DIGA QUE UNA NO SE COMPROMETE CON EL EQUIPO ES RIDÍCULO. ES RIDÍCULO PORQUE ÉL SEÑOR ES CASADO, Y SE OLVIDÓ DE SU COMPROMISO CUANDO ANDABA CORRETEANDO A LA ESCRIBIENTE DURANTE AÑO Y MEDIO. HABLAR DE COMPROMISOS ES CASI KAPCIOSO Y QUIERE PROVOCAR LA IRA ACUMULADA...

QUE NO PUEDA DORMIR HACE DOS NOCHES ES PREOCUPANTE. NO ES DIVERTIDO EL INSOMNIO, PERO LO QUE REALMENTE NO SE TOLERA ES (APARTE DE NO DORMIR Y SUS CONSECUENCIAS MOTRICES) LA IMPOSIBILIDAD DE PENSAR CON CLARIDAD CUANDO ESTÁ TODO CLARO Y TODO TAN OSCURO...LEE UN CUENTO, Y SE SORPRENDE DE QUE FOGWILL HAYA SIDO TAN, PERO TAN LINDO Y SE ENOJA CONQUE SU COLEGA LE HISTERIQUEE EL LIBRITO Y DE REPENTE ELLA LO MIRE POR ARRIBA DE SU HOMBRO (AUNQUE EL OTRO LE LLEVE MAS DE TRES CABEZAS) PARA CAER CONQUE EN DEFINITIVA TODOS SON IGUALES...TIENEN NOVIA, TIENEN ALGO Y BUSCAN EL PIKA PIKA PARA MOSTRAR SU INSANÍA...IGUAL EL CUENTO ESTÁ BUENO, Y ELLA SE CALLA ALGO....QUE VA A PUBLICAR A LAMBORGHINI PARA QUE LE AGARRE UN ATAQUE, PARA QUE DE REPENTE COMO SIEMPRE, ELLA LE GANE...PORQUE ES TAL COMO ÉL LE DICE SIEMPRE "SI SE TE OCURRE A VOS ES GENIAL, SI SE LE OCURRE A OTRO ES UNA BOSTA..." (JE JE JE JEEEEEE!!!!)

QUE EL UNIVERSO LE ESTÉ DEVOLVIENDO UNA TRAS UNA LAS TRASTADAS ES UNA SERIA NOTIFICACIÓN FACEBUKERIL QUE LE DEMUESTRA QUE NUNCA TUVO QUE ABRIR LA VENTANA PORQUE TE ENTRAN NO SOLO PALOMAS BELICOSAS, SINO MUCHO INSECTO Y DE REPENTE ÁCAROS...

martes, 21 de septiembre de 2010

AIM COMING, DIAR (DIJO EN UNA SUCIA FONÉTICA) CRÓNICA DE UN FEAR AND LOATHING...



EN DICIEMBRE DE 1978 hice el amor con una muchacha punk. Decir "hice el amor" es un decir, porque el amor ya estaba hecho antes de mi llegada a Londres y aquello que ella y yo hicimos, ese montón de cosas que "hicimos" ella y yo, no eran el amor y ni siquiera –me atrevería hoy a demostrarlo–, eran un amor: eran eso y sólo eso eran. Lo que interesa en esta historia es que la muchacha punk y yo nos "acostamos juntos".


FOGWILL


Me acuerdo de que hacía mucho frío. Que era de esos fríos que calan los huesos y provocan calambres en el alma. Siempre fui friolenta. Duermo con medias aún en verano. Sin embargo, cuando tengo sexo lo primero que revoleo, en un ataque de stripper son las medias zoquetes coloridas. Esa vez hacía frío. En los 90, me enteré de una de esas cosas que tenían tanto que ver conmigo que fueron como siempre, tapadas por la irrealidad de la deliciosa cannabis. Tenía diecisiete años y había logrado que mi vieja me confesara que era adoptada. Me sirvió porque en ese momento pude entender alguna de las mierdas de mi familia. En ese contexto, saqué un pasaje a la costa, precisamente a Villa Gessell, donde me esperaba mi ex novio. Por el lado de él, comenzaba la vida en serio. Eran las últimas vacaciones de un adolescente dieciochesco con sus amigos nabos. Antes de comenzar la vida en serio. Y en serie. En ese momento, la vida comenzaba a los dieciocho, cuando elegías tu carrera universitaria y podías pagarte (gracias al primer trabajo de telemarketer) las salidas con tu chico/a y la ropa KosiuKo. Mi llegada a Gessell fue de lo peor. Hacía frío en el micro. Así como hacía frío al bajar. Recuerdo la micro mini de jean que usaba con las Topper. Sigo usando polleras de jean, más largas pero aggiornadamente para una tipa treintona. Me visto mal, lo sé. Un amigo me dice que me visto como una adolescente. Un día, me preguntó cuándo me iba a vestir como una mina de mi edad. Interesantemente mientras caminaba conmigo vestida de esa manera solo dijo al viento “qué lindo que es ir caminando por Gessell con Mi Rola”. Insensateces y digresiones.

En ese momento no sabía que podría recibir maltratos. Digamos que debería haberme dado cuenta de mi capacidad de autogeneración ante la hostilidad de cualquiera. Llegada al lugar, me esperaba un minúsculo catre donde compartir espacio con quien era mi novio. Era el chico más lindo con el que estuve. A veces creo que se vuelve más lindo con el paso del tiempo porque fue el primero en toda la larga lista de los que genialmente se salieron de la relación resbaladiza para caer en la estructura perfecta y enmarcada de su realidad con divinas mujeres y niños regordetes. Siguiendo con el recuerdo, él era alto y con EL CUERPO. Yo era LA PETISA ALTANERA. Pareja explosiva de forma visual. Igual le pasaba el trapo. Era tan lindo como nabo en su discurso (y sin embargo lo elijo así). Me muestra el departamento donde en las penumbras se veían dos siluetas. Una en una cama cómoda, con espacio sobrante hasta el punto que tenía la almohada de costado. Y otro en la camita que se salía de debajo de la anteriormente mencionada. Mi ex dormía en un mini catre donde era claramente imposible que entraran dos personas, sin embargo, el sorteo perpetuado por uno de los durmientes ocasionó que debiésemos ser relegados a ese lugar. Demás está contar que fui tratada cual “Isaura la esclava”, y encima aguantando el autoritarismo de uno de los infames. Pero si cuento esto, es sólo para que me agarre un ataque de histrionismo ante una imagen que tuve grabada por años para que nuevas imágenes se le asienten encima para hacerme pensar en que debo lobotomizar algunos hechos antes de que los hechos me lobotomicen (o me lobeen, masticándome cual Licaón ). El último amanecer que yo tenía en ese lugar antes de irme de allí, el amigo de mi ex me llama por lo bajo. Yo, encucharada (como siempre), abro los ojos y me encuentro con un ridículo que me llama a ¿su cama?. Y me incorporo. Me dice que se tiene que ir (siempre se tiene que ir). Me dice que se va y que si quiero, que puedo dormir en su cama (yo no quiero dormir en su cama chivada de toda su muchosidad que tenía en ese momento) pero hipnóticamente abro los ojos gigantes y me acuesto en la cama, abrazando la almohada que él abrazo antes. Y me levanto para decirle que la cama es un asco. Pero me doy vuelta y puedo dormir sin nada que me genere culpa.
Sí, en ese momento me levanté de la cama donde dormía acompañada para ir a dormir a la cama vacía que él me ofrecía. Nunca me dio nada más que una cama para descansar. Ni lo hizo antes, ni lo va a hacer. Es así como el tiempo según el calendario maya es cíclico y nos pone en lo que se llama una “nueva celda” para ver cómo actuamos ante la misma imagen, la misma persona pero con mayor sabiduría.
Demás está decir que nada de lo que me ocurrió sirvió para evitarme volver a encontrarme en el mismo lugar. Esta vez tengo treinta años. No me visto tan adolescente (el adverbio tan modaliza, el adverbio tan modaliza…) y de repente estoy con el mismo engendro del mal que cuando antaño. La diferencia radicaba en que se me ocurrió la posibilidad de irme un finde…y todo debería explicarlo también.

El finde anterior a este, estuve a punto de rajarme como cada oportunidad que tengo para escaparme. Por razones que no vienen al caso, (digamos, dejar plantado en dos oportunidades a quien puede curarme el corazón para ir corriendo a lo de quien me lo congela, pongámosle), un martes (mi colaborador gay me diría “claro, ud es la de los martes!” ), mi incontinencia verbal ante no entiendo qué estupidez, y mirar donde no debía mirar. A veces me pasa que de repente miro una vidriera y de repente veo que esa remerita Raphsodia me quedaría divina, y me pasa que cuando la tengo me veo como un canguro boxeador. Y de repente en la misma situación pensé que sería divertido (sí, confieso, el adjetivo fue “divertido”) irme con ÉSE que me cedió la cama. Claro que demás está decir que ESE sigue siendo ese que siempre me otorgó una cama vacía y fría. En fin. Esta vez no había de qué escapar. O quizás si lo había, yo no lo quise ver. Interesantemente yo no quise ver que se me venía un fin de semana de bolsitas en ojos y de ojeras por doquier y de ojotas en la playa y de ojos rojos dando vueltas. Y de ojete que iba a salir bien. Nada podría salir bien de ese tipo de cosas. Nada puede salir bien de la conjunción planetaria. Eso lo sé hace tiempo. Lo sé desde que lo miré con los ojos gigantes con lágrimas. Y lo sé cuando me despierto y lo veo dormir. También lo sé cada vez que me encuentro en la situación de conocer a alguien y que me llegue a movilizar un poquito el dedo chiquito del pie, y entonces veo que no tienen los ojos tan saltones y ahí me siento como una imbécil y me termino tomando tres destornilladores para ponerme más Torrisi quien me recuerda cada vez que flaqueo que no hay nada bueno que pueda sacar de esto….

Y es entonces que me veo perdiendo un micro. Inconsciente que se lo llama. Me veo entregando una tarjeta SIM y mi efectivo. Una inconsciente directamente. Me veo a mí misma mirando al lado del asiento y viendo cómo duerme con su jean (porque le critiqué el tema de viajar en Joggineta y sin embargo, viajó en jean y NO LO PIENSO VER COMO UN GESTO SINO COMO ACTIN´). Me veo bajando y tomando un colectivo ante la sorpresa de que Gessell esté tan igual y yo esté filmando el primero de la serie de videos. Llegada al lugar, me encuentro con que es una KABAÑA de esas con las que uno sueña, y no va con determinadas personas. “Esto es genial”, pensé mientras me sonreía viendo que éramos dos impostores.Las sábanas eran más suaves que las del mejor hotel que conocí en mi vida! Yo, que por mi profesión solía camouflarme en todos los hoteles de primera clase y hasta he dormido –en casos de errores en las reservas que de ese modo trataron los gerentes de repararen suites especiales para noches de bodas o para huéspedes VIP, nunca sentí en mi piel fibras tan suaves como las de esas sábanas de seda suave, que olían a lima o a capullitos de bergamota en vísperas de la apertura de sus cálices. Y de hecho el juego iba a ser ése. Yo iba a jugar a que era lo que no soy, y viceversa. Y yo iba a relajarme. Lo juro. Confieso que eran mis intenciones. No pude con la pileta. No pude con el sauna. Y menos pude con ver que a cuatrocientos Km las cosas pueden ser tan distintas. Duplicidad de pensamientos que radicaban en que lo que estaba viviendo no era real, porque era algo que no significaba nada, porque no cambiaba nada de lo que había. Pero tampoco siendo necia, digamos, algo tiene que cambiar. Y cual perro de Pavlov, no pudiendo manejar nada de lo que veía/pasaba/dolía/sentía. Uno no habla cuando se va a relajar. Uno se relaja y es. Ese era el problema: que yo terminé siendo aquello que el otro no se banca, la minita.

La minita es la peor de mis personalidades. Es la que tiene LA KARencia. La que pide mimos, abrazos y que cual felino se acurruca para que le rasquen la panza. Espantosa imagen para quien construye de sí misma un KAmpo minado. Espantosa imagen cuando me veo yendo a dar un beso y que te congelen con un irónico “ayyy ella está cariñosa!!” y te das cuenta de que estás quedando como la peor imagen de Mr Bean y claro, que no tenías que ir a dar nada porque la esencia de las personas no cambia en ningún lugar. Mi error sería creer que se puede cambiar al otro. Mi error fue pensar que un lugar alejado serviría para poder descomprimir, y que no hubiese más tortazos de merengue en la frente. Error de principiante. Desde hace meses me arrojo ante el más mínimo indicio de que algo pueda haber, viendo si puedo atajar algo que no sé si es una pelota, una paleta o una paloma. Y de repente me veo como él mismo dice “atrapado con una lamia”. Es verdad que quizás yo le haya sacado energía vital en un día. Pero, el lo hizo durante los últimos meses y el que avisa no traiciona…y ya ni me sale decir el “la vamos surfeando” porque la tabla está demasiado sucia, y sería bueno colgarla para exponerla como se haría con el registro de las fotos que no existen porque no hay nada que ver, no hay nada que registrar, uno no registra la infamia de un acto, actin o lo que sea. Uno no pasa los días buscando falsas pistas en una falsa búsqueda del tesoro. Hay esto, o esto es lo que hay y es el vacío de vuelta de una cama fría que nuevamente me choco con pensar que va a ser tibia (ni siquiera pido que esté caliente, pido que esté tibia, y me duele la cabeza de cada vez que alguien me pregunta por cómo mierda la pasé porque no puedo contestar. Porque debería ser consecuente y decir: “bien, la verdad que bien, fue una fantochada”, o quizás podría decir que “lo pasé genial, salvo que me hubiese gustado más tener filtros”, o por qué no un dignísimo “nota mental: debut y despedida”. Y me encuentro tratando de mandar unas fotos por mail como si quisiera exorcizar la máquina a la vez que me exorcizo la cabeza del recuerdo de lo que no tenía que haber hecho, porque la que cambió una vez que subí al micro fui yo.

domingo, 12 de septiembre de 2010

ANÁLISIS DEL CUENTITO, POQUITO SUBJETIVO, PERO LINDO...



En el análisis de Roland Barthes de S/Z, es posible advertir que la forma de entender el texto es por su pluralidad semiótica. Esto significa que la actividad de “leer” no es más que “escribir” y de esta manera, cada lectura de texto se va resignificando y escribiéndose a partir de los nuevos saberes asimilados y la aparición del código hermenéutico. Los cuentos populares son alimentos para el alma del niño, estimulan su fantasía y cumplen una función terapéutica; primero, porque reflejan sus experiencias, pensamientos y sentimientos; le ayudan a superar sus ataduras emocionales por medio de un lenguaje simbólico, haciendo hincapié en todas las etapas -periodos o fases- por las que atraviesa a lo largo de su infancia.

Cuando el niño lee o escucha un cuento popular, pone en juego el poder de su fantasía y, en el mejor de los casos, logra reconocerse a sí mismo en el personaje central, en sus peripecias y en la solución de sus dificultades, en virtud de que el tema de los cuentos le permiten trabajar con los conflictos de su fuero interno. El psicoanalista Bruno Bettelheim ha manifestado que en el campo de la literatura infantil no existe otra cosa más enriquecedora que los viejos cuentos populares, no sólo por su forma literaria y su belleza estética, sino también porque son comprensibles para el niño, cosa que ninguna otra forma de arte es capaz de conseguir. Bettelheim, en su Psicoanálisis de los cuentos de hadas, afirma que: “A través de los siglos (si no milenios), al ser repetidos una y otra vez, los cuentos se han ido refinando y han llegado a transmitir, al mismo tiempo, sentidos evidentes y ocultos; han llegado a dirigirse simultáneamente a todos los niveles de la personalidad humana y a expresarse de un modo que alcanza la mente no educada del niño, así como la del adulto sofisticado". Aplicando el modelo psicoanalítico de personalidad humana, los cuentos aportan importantes mensajes al consciente, preconsiente e inconsciente, sea cual sea el nivel de funcionamiento de cada uno en aquel instante. Al hacer referencia a los problemas humanos universales, especialmente aquellos que preocupan a la mente del niño, estas historias hablan a su pequeño yo en formación y estimulan su desarrollo, mientras que, al mismo tiempo, liberan al preconsciente y al inconsciente de sus pulsiones. A medida que las historias se van descifrando, dan crédito consciente y cuerpo a las pulsiones del ello y muestran los distintos modos de satisfacerlas, de acuerdo con las exigencias del yo y del super-yo” Conforme a lo señalado por Bettelheim, no cabe duda de que casi todos los cuentos que provienen de la tradición oral abordan el mismo tema: la sublimación de los conflictos emocionales y los problemas existenciales que aquejan a los niños. Si bien existen libros pedagógicos que ayudan a desarrollar las funciones cognoscitivas del niño, existen también libros que ayudan a superar los traumas psicológicos por medio de la ficción y el lenguaje simbólico, que representa cosas que no están al alcance del entendimiento humano. Ya Carl G. Jung, en “El hombre y sus símbolos”, dice: “usamos constantemente términos simbólicos para representar conceptos que no podemos definir o comprender del todo. Esta es una de las razones por las cuales todas las religiones emplean lenguaje simbólico o imágenes. Pero esta utilización consciente de los símbolos es sólo un aspecto de un hecho psicológico de gran importancia: el hombre también produce símbolos inconscientes y espontáneamente en forma de sueños

La tesis de Betellheim parte de la base de que todos los cuentos populares reflejan la evolución física, psíquica, intelectual y social del niño; por ejemplo, el fracaso del egocentrismo, la soledad y falta de afecto, la satisfacción del deseo (casa de chocolate) y el triunfo sobre el peligro (la bruja) está simbolizado en el cuento “Hansel y Gretel”; el complejo de Edipo en “Blancanieves”; la pubertad en “Caperucita roja”; la rivalidad entre hermanos en “La Cenicienta”; el temor sexual en “La Bella y la Bestia” y el incesto en “Piel de asno”, un tema tabú del que todos saben algo, pero del que pocos se atreven a hablar. El rey y la reina simbolizan a los padres, la flor al desarrollo sexual y la casa a la seguridad y armonía en el hogar. El árbol simboliza la vida, el crecimiento o la maduración física y psíquica del individuo.

En el cuento de “Blancanieves”, justo cuando ésta yace en el ataúd de vidrio, que simboliza su muerte espiritual, tres pájaros acuden a llorar junto a los siete enanitos; la lechuza (pájaro de la muerte y la sabiduría), el cuervo (pájaro de Odín, jefe de las fuerzas oscuras) y la paloma (pájaro de Afrodita, de la inocencia y el amor). Los tres pájaros, aparte de constituir piezas claves en la trama del cuento, simbolizan un número mágico que también aparece en otros cuentos. El genio en Las mil y una noches concede tres deseos a Aladino; tres son las dificultades o pruebas que deben vencer los héroes de los cuentos fantásticos para liberar a la mujer amada y coronar su triunfo; tres veces la madrastra de Blancanieves visita la casa de los siete enanitos. “En su primera visita, disfrazada de una vieja buhonera, intenta estrangular a la hijastra con un corsé (no un “lasito” como dice la versión española), dramatizando su deseo de contrarrestar la pubescencia en proceso de la joven. Blancanieves, medio muerta, es reavivada por los enanos, y el espejo informa a la reina malvada del hecho. En la segunda visita la madrastra le da un peine envenenado, que igualmente la deja 'como muerta'. El envenenar los cabellos parece ser otro signo de la culpa que la madrastra le achaca a Blancanieves por crecer. Esto es confirmado por la tercera visita, después de que los enanos nuevamente procuran salvarla. Esta vez la madrastra, disfrazada de campesina, le ofrece una manzana 'con un veneno de lo más virulento'. La bruja come de la mitad blanca para demostrar su inofensividad, pero cuando Blancanieves la recoge y come de la mitad roja, se desmaya con la manzana atorada en la garganta”

El siete es otro de los números mágicos en los cuentos populares. Ahí tenemos a los siete enanitos en el cuento de “Blancanieves”, quien se convierte en una niña hermosa a los siete años. Siete son las tablas de multiplicar que deben aprender los príncipes que son convertidos en sapos. Siete son los colores primarios, siete los días de la semana, siete los planetas de la antigüedad, siete las virtudes, siete los pecados capitales, siete los misterios, siete las maravillas del mundo y, según el mito de creación, el séptimo día es sagrado y de descanso.
El complejo de Edipo, ese conjunto de sentimientos amorosos y hostiles que cada niño siente en relación con sus padres (atracción sexual hacia el progenitor del sexo opuesto y odio hacia el del mismo sexo, que considera rival), está simbolizado en varios cuentos populares. . Ahora bien, ¿qué es el complejo de Edipo? Según refiere una de las tragedias griegas, un oráculo había predicho que Edipo, hijo del rey de Tebas, mataría a su padre y se casaría con su propia madre, profecía que se cumplió fatalmente. Los psicólogos -a partir de Freud- designan con este nombre la atracción que el niño -alrededor de los 4-6 años de edad- experimenta por el progenitor del sexo contrario.

En los cuentos populares, de un modo general, el conflicto de Edipo está representado por el héroe que mata al dragón para liberar a la princesa; un hecho que simboliza la rivalidad inconsciente que el niño experimenta contra el padre (dragón) y el amor desmedido que siente por la madre (princesa). El conflicto de Electra, a su vez, está representado por Cenicienta y Blancanieves, quienes, en procura de liberar el amor sojuzgado del padre, se enfrentan a la crueldad de la madrastra, figura que, desde el principio, encarna el peligro y la maldad. Empero, valga aclarar que el complejo de Edipo, en algunas versiones adaptadas para los niños, es apenas una sugerencia sutil, debido a que un mensaje más directo podría provocarles angustias y ahondar sus conflictos emocionales.

El narcisismo de la madrastra de Blancanieves está simbolizado por el espejo mágico y la madurez sexual por el corpiño, el anillo y la manzana. Si la combinación del color rojo, blanco y negro es símbolo de belleza, entonces el “Príncipe sapo” y “la Bestia” son símbolos de la agresividad inconsciente de la personalidad humana. El príncipe no necesita que lo besen, sino necesita que lo pateen, es desde este punto que el instinto primitivo del príncipe de ser (y terminar) maltratado/maltratando no es más que una forma de mostrar cuáles son las características de estos seres: su compulsión al dolor. Esto se puede ver con la forma de la sangre fría, su rugosidad al tacto y su expulsión con la orina (recuerden cómo en el campo dicen que hay que tener cuidado con el pis del sapo que “PUEDE ENCEGUECER”)




La relación de las niñas con su sexualidad está reflejada en varios cuentos. Pero quizás el más representativo sea “La Bella y la Bestia”. La versión más conocida de esta historia cuenta cómo la Bella, la menor de cuatro hermanas, se convierte en la favorita de su padre, debido a su bondad desinteresada y su actitud cariñosa. No obstante, lo que desconoce la Bella es que, al pedir una rosa blanca, pone en peligro la vida de su padre y las relaciones ideales con él, pues la rosa blanca es robada en el jardín encantado de la Bestia, quien, llena de cólera, le impone el castigo de que en el lapso de tres meses debe entregarle a su hija menor, a cambio de poner a salvo su vida. Así es como la Bella se ve obligada a vivir con la Bestia, hasta el día en que, redimido por el amor, vuelve a su condición humana trocado en un hermoso príncipe. De entrada, el cuento simboliza la animalidad integrada en la condición humana, pues en muchísimos mitos y cuentos populares se habla de un príncipe convertido por arte de hechicería en un animal salvaje o en un monstruo, que es redimido por el beso y el amor de una doncella; un proceso que, según el psiquiatra M-L. von Franz, simboliza la forma en que el ánimus se hace consciente. Es con la patada que le da la princesa al sapo, que este toma una forma humana. Interesantemente este cuento se conoce más bien con otro argumento el cual radica en “beso redentor”, pero por el día en que nos encontramos y como estamos altamente cansadas de besuquear sapos, es preferible darles una patada para que recuerden su condición mortal y que no se sigan haciendo los fotogatos porque no son más que una creación sublimada.

LOS HERMANOS GRIMM PRESENTAN: EL PRÍNCIPE SAPO...





Hace mucho tiempo, los malvados magos, no tenían nada mejor que hacer que enseñar a los jóvenes príncipes aquellas asignaturas útiles para gobernar un reino, que ninguno de ellos tenía ganas de aprender, por lo que, se estableció la costumbre de que si no aprobaban las matemáticas, éstos, los convertían en rana hasta que recitasen la tabla del 7 ó los besase una doncella casadera. A los reyes no les quedó más remedio que decretar que la doncella que desencantase a un príncipe se casaría con éste, ya que, no tenían ninguna fe en que sus hijos pudiesen multiplicar por 7 siendo ranas, cuando no habían podido hacerlo siendo príncipes. De manera que, durante las vacaciones de verano, las doncellas casaderas iban por ahí, como locas, besando ranas y convirtiéndose en princesas herederas. El mago Panchín estaba más que harto de uno de sus alumnos, pues éste, a pesar de ser muy listo, se pasaba las clases en las nubes. Sólo pensaba en divertirse y gastar bromas pesadas a todo el mundo, menos a los reyes claro. Así que lo suspendió y decidió darle una lección cambiando el encantamiento. Primero lo convertiría en un sapo asqueroso, en vez de en una bonita rana y solo dejaría de ser un sapo si recitaba todas las tablas de multiplicar, o si una princesa lo pateaba. Pero claro, la costumbre mandaba besar, y las doncellas casaderas tenían muy buenos modales y no andaban por ahí pateando. De esta manera el pobre estaba harto de que lo besasen, estaba harto de ser un sapo y de comer moscas y no había manera de conseguir que las delicadas damiselas lo pateasen. Intentó recordar las tablas de multiplicar pero no lograba pasar más allá de la tabla del 5. Al final, desesperado, decidió marcharse lejos del reino de su padre, por ver si conseguía encontrar un rincón tranquilo donde ninguna doncella hubiese escuchado el Bando Real, o donde pudiese meditar sobre la multiplicación. Cansado de vagar sin éxito, y de recibir besos a diestro y siniestro decidió quedarse a vivir en un pozo abandonado, donde no lo molestarían. Ya había conseguido llegar a la tabla del 8 cuando una tarde, ¡Pum!, le cae una pelota en la cabeza, y oye una dulce voz que le dice:. -Sapito guapo, sapito bueno, dame mi pelota por favor. Era una princesa vecina, muy hermosa y bastante malcriada, que siempre conseguía que su padre el rey le consintiese todos sus caprichos. Pero su belleza unida a la dulzura de su voz y sus modales pícaros, cautivaron al príncipe, el cual se enamoró al instante. -¿Qué me darás a cambio de tu pelota?, le pregunta el príncipe sapo. -Lo que tu quieras, le contesta ella. -Bien, has de invitarme a pasar una temporada contigo, darme de comer de tu plato, arroparme por las noches y contarme una historia antes de dormirme. Prométeme que cuidarás de mí como de un hermano. -Te lo prometo, todo lo que tu quieras, pero ahora dame mi pelota, que me esperan, he de terminar de jugar antes de volver a casa. -Toma tu pelota, te espero, has de llevarme a tu casa, no lo olvides. -Que no lo olvido, que luego vuelvo. Así que la princesa volvió con sus amigas y a su juego decidida a no llevar a ningún sitio a ningún sapo asqueroso. Por la noche, cuando el rey y su familia estaban cenando, vino el jefe de la guardia a informar al rey que en la puerta había un sapo que afirmaba estar invitado por la princesa a pasar una temporada en palacio. -Hazlo pasar -ordenó el rey- Señor sapo, ¿qué se le ofrece a estas horas?, como ve intentamos comenzar a cenar. -Vuestra hija señor, me prometió hospedaje durante una temporada, darme de comer de su plato, arroparme por las noches, contarme una historia antes de dormir y que me cuidaría como a un hermano, si le devolvía una pelota que cayó a mi pozo mientras jugaba. El rey mirando a la princesa le dijo: -Y bien, ¿qué tienes que decir a esto jovencita? Ella se puso como un tomate, pero con su voz más zalamera, dio mil y una razones por las que no estaba obligada a cumplir con su palabra. -Un rey solo tiene una palabra, y tu has de aprender a comportarte como una futura reina. Si tanto asco te daba no haberle dado tu palabra, eres capaz de cualquier cosa para salirte con la tuya y has de aprender que hay que respetar a los demás, cumplirás tu palabra, y además estas castigada por ser tan grosera y haber hecho llorar a tu madre, la reina, del disgusto. -Disculpe usted señor sapo, ahora me doy cuenta de que la hemos mimado demasiado, pero le prometo que ella va a cumplir su palabra, o se pasará la vida castigada. Ella, ¡qué remedio!, le va dando trocitos de su comida, mientras piensa como librarse de él sin que su padre la castigue. Y a la hora de irse a dormir descubre que sus padres han ordenado que pongan la cama de juguete en su misma habitación, y después de darle las buenas noches, la dejan con ese sapo asqueroso, el cual le dice: -Ahora arrópame y cuéntame un bonito cuento, hermanita. Y ella se acuerda de que por culpa de ese sapo la han castigado y no podrá salir a jugar por mucho tiempo, que ese sapo se comió todo lo rico, y le dejo todas las verduras para ella, que se zampó todo el pastel de manzanas, y cuando quiso pedir más su madre le riñó por golosa. Que por su culpa, su padre, que siempre le consentía todo se había enfadado con ella, y se había puesto muy triste su madre, que hasta había llorado. -Te estoy esperando, vamos o se lo diré a tu padre. Y a ella le da una rabieta y se pone a chillarle, que se vaya, que le deje en paz, que le da mucho asco, que es muy feo. -Y el sapo le decía: se lo diré a tu padre, se lo diré a tu padre. Así que la princesa le pegó una patada, y el sapo salió volando con camita y todo. Corriendo acudieron los reyes y los guardias a la habitación a ver que era aquél escándalo. Y descubrieron que el sapo se había convertido en un apuesto príncipe que le prometía a todos saberse al día siguiente todas las tablas de multiplicar.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

SUNTZUNEO Y PIERDO, LAOTSESEO Y ENCUENTRO...CONTRADICCIONES DEL DÍA...




Mucho tiempo atrás, un general chino llamado Sun Tzu escribió el primer tratado de la guerra. Ese libro fue leído, releído y relamido por más de uno que se creyó poseedor de la táctica y la estrategia de la guerra, pensando que es un arte. Sun Tzu llegó a mi biblioteca uno de los domingos de canje en que íbamos con Chiche. Ni él sabía lo que compraba, ni yo sabía lo que leía. En el 94’ no tenía sentido nada de lo que decía. La vida era otra cosa, la “guerra” era algo lejano que se veía en la tele y la guerra cotidiana obligaba a que metiésemos la cabeza como avestruz. Los consejos de Tzu me llegaron a los dieciocho, cuando tuve la primer desilusión: alguien que se fue y que cruzó un océano y no del tiempo…para no sufrir. Fue ahí donde jugué por primera vez al Teg. Y ahí por primera vez entendí que el campo de batalla no siempre es real, sino que puede ser altamente ficcional, y de hecho es la vida cotidiana la que se me presentaba como tal. Entonces el Arte de la guerra vino a suplir la tristeza, el enojo que tuve con aquél que se fue, con el que partió.
Veinticinco siglos tiene ese libro. En el mundo de las finanzas y de los negocios. En el mundo de aquellos que estamos hartos de perder siempre, nos identificamos y nos reconocemos en las palabras siguientes:

• Si eres capaz, finge incapacidad. (tópico de la falsa modestia)
• Si eres fuerte, exhibe debilidad. (mutatis mutandi)
• Cuando estés cerca, simula que estás lejos. (similis similia curantur)
• No ataques nunca donde el enemigo es poderoso. (ca-gas-te)
• Evita siempre (E-vi-ta) siempre el combate que no puedas ganar.
• Si estás en inferioridad de condiciones, retírate. ( y si arde la herida, también)
• Si el enemigo está unido, divídelo (y reinarás!)
• Avanza cuando no te espere y por donde menos te espere, lanza tu ataque.
• Para conocer al enemigo, conócete. (nosce te ipsum)

Años teniendo a Tzu como libro de cabecera. Años creyendo ciegamente en que todo es combate. Desde la militancia, desde la cursada, y desde todos los aspectos de la vida. Llevé adelante una vida de estructura de organización y esquema táctico. Cuando las estructuras se nos van, cuando las estrategias no alcanzan y cuando me miro al espejo y veo que la vida es mucho más simple, y más necesaria de pasar lindos momentos. Cuando nos damos cuenta de que es demasiado esfuerzo estar pensando todo el tiempo en organización y en estrategia, olvidando los lindos momentos, es ahí donde uno termina cayendo en que estaba un poquitín errado este chinito. Yo ya no me quiero pelear más conmigo misma ni con el resto del planeta. Es en el camino de la contradicción donde se encuentra el lugar donde agua y fuego se funden. El lugar es secreto, nadie podría encontrarlo con la vía racional. Es en la pura contradicción del ser donde se encuentra el todo y la nada. Donde uno es uno pero también es muchos y es ninguno. La vida y la muerte. Lo cercano y lo lejano. Y el antes y el después. La contradicción dice algo contrario a lo esperado. Son los extremos. Necesarios para entendernos y comprendernos. Pero suficientemente fuertes como para arrastrarnos. En un momento encuentro algo lindo de Lao Tsé, un filosofíto aldeano. Era un tipito de esos que uno piensa que es medio tonto por su simpleza, acostumbrados a como estamos en la totalidad y en la grandiosidad de las ideas. Este tipo se dio cuenta de que no tenía sentido la guerra. Que todo aquel tratado de Tzu era porque quizás era un poco gris y de repente no se puso a ‘conocer el terreno’ como tanto ostentaba. Decía cosas como éstas:

“No existencia y existencia son uno y lo mismo en su origen; sólo se separan cuando se manifiestan. Esta unidad se denomina profundidad. La infinita profundidad es la fuente de donde se origina todo lo que hay en el Universo”.

Es claro que de repente parecen frasecitas de ebrio o fumado. Sin embargo, es desde la no existencia, es desde la no apariencia desde donde se ve la verdad. Era un pobre aldeano, tipo Diógenes (yo me lo imagino linyera). Él decía que conociendo la guerra se aprende la paz, porque el dolor habita la gloria. Era tan simple y tan contradictorio que los opuestos siempre están juntos:

• Toda acción provoca reacciones
• La violencia es algo que siempre regresa
• Solo espinas y cardos nacen en donde hay un ejército (y por qué no decir que no crece nada, no hay semillas que crezcan en la hostilidad)
• La guerra llama al hambre
• Quien se deleita en la conquista, se deleita en el dolor del corazón humano. (no está bien romper un corazón, deja vu de lo que va a venir)
• Por ésto el hombre sabio actúa sin acción y enseña callando. No se queda en la obra cumplida. Entonces no es conformarse con lo que uno logró, sino buscar la totalidad.

Entonces le digo a quien no entiende qué soy, quién soy le contesto con que soy eso que el Tao define como el cántaro que nunca se llena. El Tao es un recipiente hueco, difícil de colmar. Lo usas y nunca se llena. Jamás se darían cuenta de lo que realmente uno quiere. Tan profundo e insondable es que parece anterior a todas las cosas. Redondea los ángulos, desenreda las marañas, suaviza el resplandor, se adapta al polvo.

Tan hondo parece, y sin embargo siempre está presente, porque es incondicional.

El cielo dura eternamente, la tierra permanece. Eternos y permanentes porque no buscan en sí mismos la razón de su existencia. Por éso perduran. Son como la piedra que eternamente está, existe y se vuelve arena.

Es así que el hombre sabio se coloca en el último lugar y sin embargo es el primero. Porque pone al otro en su corazón, porque es el que cuida al otro. Porque no piensa en sí mismo, por éso sobrevive. Es a causa de su desinterés que su propio interés se realiza.

Es la búsqueda de la naturaleza espontánea. Es la búsqueda constante.

“La suprema bondad procede como el agua. El agua llega a todas las cosas y las favorece, porque no busca el poder.
El agua permanece en los lugares que otros rechazan.
Viviendo halla la alegría de vivir el momento
Sintiendo encuentra el sentimiento, sin corazas ni armaduras
Siendo amigo de todos encuentra la armonía.
Ama la veracidad en sus palabras, en la lealtad de los gestos
Ama el orden y la justicia en el gobierno.
Actúa con justa medida y es oportuno en la acción. Sé medido en el sentir. No dés más de lo que tu corazón pueda dar.
Así, al no haber lucha, no se impone, no existe el daño.”

Hatshepsut, una rey, una faraón, una FEMINA INFAME, hecha de discurso...





Hatshepsut, la hija mayor de Tutmosis que ocupó su trono, guerrera hija de guerrero, decidió llamarse rey y no reina. Porque reinas, mujeres de reyes, había habido otras, pero Hatshepsut era única, la hija del sol, la mandamás, la de veras.
Y éste faraón con tetas usó casco y manto de macho y barba de utilería, y dió a Egipto veinte años de prosperidad y gloria.
Cuando se vio lo suficientemente fuerte, la hasta entonces gran esposa real y esposa del dios, Hatshepsut, en presencia del faraón Tutmosis III, se autoproclamó también faraón de las Dos Tierras y primogénita de Amón, con el beneplácito de los sacerdotes, encabezados por Hapuseneb. El golpe de efecto fue magistral, y el inexperto Tutmosis III no pudo hacer otra cosa más que admitir la superioridad de su tía y madrastra. Hatshepsut se había convertido en la tercera reina-faraón conocida en la historia egipcia.

Hatshepsut asumió todos los atributos masculinos de su cargo (excepto el título de "Toro poderoso"), haciéndose representar a partir de entonces como un hombre y tocándose de barba postiza. Estableció una insólita corregencia con su sobrino, aunque hubo un clarísimo predominio de la primera sobre el segundo, hasta tal extremo de colocarlo en un segundo plano impropio del papel futuro que tendría Tutmosis III en la historia. Tal era el carisma y la personalidad de esta mujer.

Aun así, no se puede ver de ninguna forma a Hatshepsut como una usurpadora, visión que han trasladado a nuestra época algunos autores. Al menos no se vio así en su tiempo, pues de haber sido el caso, Hatshepsut habría eliminado con total facilidad a sus adversarios o se habría producido una guerra civil. Tutmosis III no estuvo encerrado en palacio, como se ha llegado a pensar, ni tampoco Hatshepsut evitó hacer mención alguna a su existencia. La sociedad de entonces asumió sin problemas la nueva situación, y Hatshepsut gozó de uno de los reinados más prósperos de toda la historia egipcia, gracias también al apoyo recibido por Hapuseneb y Senenmut, auténticos gobernantes en la sombra.

Hatshepsut no hubiera podido ni soñar siquiera acceder al trono de no contar con los apoyos que consiguió entre el clero del dios Amón en Tebas mientras era la esposa de Tutmosis II. Las cuantiosas donaciones y los privilegios que concedió a los sacerdotes, encabezados por la eminencia gris del régimen, el visir Hapuseneb, fueron una forma de pago por los servicios prestados, pues de no ser por el inmenso regalo que recibió Hatshepsut de ellos, su legitimidad habría sido menor. Y este valioso obsequio de la casta sacerdotal a la reina-faraón fue la célebre Teogamia.

En la Teogamia, Hatshepsut declara al pueblo egipcio que su verdadero padre no es Tutmosis I, sino el propio dios Amón, que con su sabia previsión visitó una noche a la gran esposa real Ahmose y la permitió concebir a la mujer que estaba sentada ahora en el trono de las Dos Tierras con el beneplácito del panteón entero. Hatshepsut se declaraba por ende primogénita de Amón, y su sustituta y fiel delegada en la tierra, con lo que su figura se trocaba en completamente sagrada.


Hatshepsut, la primera mujer-faraón que se hizo esculpir como esfinge. Es necesario destacar que muy pocos faraones recurrieron a la Teogamia para validar su derecho al trono, y su estatus pasaba a ser poco menos que el de un dios vivo. El ardid de Hatshepsut y el alto precio que tuvo que pagar a los sacerdotes por él, le asegurarían un reinado tranquilo y sin disidencias, aunque acabaría pasándole factura a la dinastía por el, desde entonces, imparable crecimiento de los sacerdotes de Amón.
Como todo rey que accedía al trono, Hatshepsut tenía derecho a usar hasta cinco nombres diferentes: el de Horus, el de Nebty, el de Horus de Oro, y los dos principales, conocidos vulgarmente como nombre de nacimiento y nombre de coronación. Éste último resultó ser el de Maat-Ka-Ra, es decir, "El espíritu de Ra es justo" y lo utilizó siempre conjuntamente con su nombre de nacimiento.

Sin embargo, este último apelativo sufrió una serie de cambios a lo largo del reinado de Hatshepsut. Si bien la forma original del nombre de nacimiento era Hatshepsut, en numerosos monumentos aparece de formas bien distintas: añadiendo la segunda parte de nombre y quedando como Hatshepsut-Jenemetamón, masculinizándolo en parte como Hatshepsu[3] o completamente como Hashepsu. Sólo así se puede comprender la sorpresa de los egiptólogos que descubrieron la existencia de esta mujer que jugaba en sus apariciones, siendo representada varón, con sus nombres unas veces escritos tal que había nacido hombre o mujer. Un curioso juego de intercambio de sexos que sin duda realzó su carácter divino y concentró en sí misma la dualidad que tanto veneraba el pueblo egipcio.


El sobrinito por ella criado, que de ella había aprendido las artes de la guerra y el buen gobierno, mató su memoria. Él mandó que esa usurpadora del poder masculino fuera borrada de la lista de los faraones, que su nombre y su imagen fueran suprimidos de las pinturas y de las estelas y que fueran demolidas todas las estatuas que ella había erigido a su propia gloria.
Pero algunas estatuas y algunas inscripciones se salvaron de la purga, y gracias a esa ineficiencia sabemos que sí existió una faraona disfrazada de hombre, la mortal que no quiso morir, la que anunció: "mi halcón vuela hacia la eternidad, más allá de las banderas del reino..."

errabundear

Actúo siempre –me obstino en actuar, por más que se me diga y sean cuales fueren mis propios desalientos-, como si el amor pudiera un día colmarme, como si el Soberano Bien fuera posible. De ahí esa curiosa dialéctica que hace suceder sin obstáculo el amor absoluto al amor absoluto, como si, a través del amor, accediera yo a otra lógica (donde el absoluto no estuviera obligado a ser único), a otro tiempo (de amor en amor, vivo instantes verticales), a otra música (ese sonido, sin memoria, separado de toda construcción, olvidado de lo que le precede y le sigue, ese sonido es en sí mismo musical). Busco, comienzo, pruebo, voy más lejos, corro, pero nunca sé que termino: del Ave Fénix no se dice que muere sino solamente que renace (¿puedo, pues, renacer sin morir?)

RECUERDOS Y BORRONES...





“Conectate con el recuerdo”, te dicen algunos. “Él está en algún lado, mirándote”, dicen otros. Todos predican, pero nadie siente. Todos analizan y tratan de contener para que uno no piense. Para que yo no piense. Y yo, justamente, trato de no pensar. Trato de no sentir. Frizo todo lo que tengo adentro. Trato de equilibrar la cabeza. Trato de equilibrar mi andar. Doy vueltas por la casa, y no veo más que ausencia. Pienso en que la silla está vacía. Y trato de sentarme allí para leer y ver las cosas desde la perspectiva que él tenía de ellas. Trato de mirar con sus ojos y miro hacia la ventana y veo pasar la gente. Veo lo que él miraba en sus últimos días: la gente caminando. Él ya no podía caminar, y se dolía de todo su cuerpo para movilizarse. Preso de su cuerpo, pero más preso de su alma que se iba desprendiendo, se dio cuenta antes que nadie que ya no había lugar para él. Desde que se había jubilado no encontraba su móvil. Pensó que lo mejor que podía pasarle a alguien que había trabajado toda su vida era poder pasar tiempo en su casa para descansar. Sin embargo, siempre decía que si se jubilaba iba a seguir trabajando porque no soportaría estar metido adentro. Consejo de vida: no te encierres en una casa. (Te tomo la palabra: nunca voy a estar metida en una casa como la mina hongo). Nunca voy a ser una de esas que vos criticás, las minas que necesitan de un tipo. Sin embargo, ahora, que pasó un año, detesto decir que te defraudé tanto. No soy lo que esperaste siempre. No pude ser la mina que soportaba y que sostenía como me enseñaste. No me puedo sostener ni yo misma, y me aferro a cosas sin sentido como para sentir que existo. Trato de conseguir un equilibrio en mis piernas para poder aferrarme más a la tierra que al cielo, y me doy cuenta de que por más tango y pivoteo, por más que haya zuecos que pisen fuerte, y por más que haya rollers para andar nada me asegura que las cosas sean persistentes en la Tierra. Un día estás, y al instante, las cosas se borran, se deslucen y ya nadie es lo que era y lo que parecía ser. Entonces pienso en la palabra: nostalgia. El nostoi es el relato de aventuras de los héroes épicos que buscan su regreso a su patria, a su lugar, a donde pertenecen. Como buque errante, me quedo dando vueltas, como me dice mi colaborador ‘no gay’ presa de un discurso y de un sinfín de situaciones que consciente (o inconscientemente) he provocado. Cuando mi papá murió, desestabilizó toda una estructura familiar. Todos perdimos el eje, la brújula que nos marcaba nuestro norte, dónde ir y dónde enfocarnos. Yo perdí el enfoque de ese lugar donde debo regresar. Yo sé qué tengo que hacer. Pero no tengo fuerzas para hacerlo. Entonces escribo para llenar el tiempo. no se escribe para el otro, sé que la escritura no compensa nada, no sublima nada, que es precisamente ahí donde no estás: tal es el comienzo de la escritura. Entonces me duele y hago duelo. Hago duelo de pensamiento, y de sentimiento. Pido un abrazo que no llega, pido un beso que no aparece y yo sé que mi papá me decía que no llorara nunca, que las personas fuertes no lloran. Y yo soy un mar de lágrimas que me voy a ahogar como me pasó anoche en una casa. Y ahí, fumando en un balcón me di cuenta de que nada ni nadie podía calmar ( y callar el duelo que era inminente). Hago lo que puedo para levantarme y nada es suficiente, nada de lo que hago sirve para nada ni nada de lo que hago me permite salir del discurso. Trato de no pensar con racionalidad, de dejarme llevar. Craso error. Dentro de los valores que mi cabecita y mi corazón tienen no entra que por un poco de afecto yo me deje golpear una y otra vez con paredes. Es como cuando las piernas no me dan y tropiezo. ¿Me caigo de torpe, o me caigo para que alguien me levante? Las palabras se me anudan y me pienso que soportaría de vuelta el desamor de J.M. a pesar del costo, porque no me banco más estar tan triste y tan sola. Y para peor…lo llamo.

ausencia





Habré de levantar la vasta vida
que aún ahora es tu espejo:
cada mañana habré de reconstruirla.
Desde que te alejaste,
cuántos lugares se han tornado vanos
y sin sentido, iguales
a luces en el día.
Tardes que fueron nicho de tu imagen,
músicas en que siempre me aguardabas,
palabras de aquel tiempo,
yo tendré que quebrarlas con mis manos.
¿En qué hondonada esconderé mi alma
para que no vea tu ausencia
que como un sol terrible, sin ocaso,
brilla definitiva y despiadada?
Tu ausencia me rodea
como la cuerda a la garganta,
el mar al que se hunde.