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lunes, 30 de agosto de 2010

LENGUAJES MENTIROSOS





Para hacer escuchar delicadamente mi estado, ocultar sin mentir uso una pretención sagaz (o será preterición???) voy a dividir la economía de mis signos. Ya nada importa en este momento, si estar acá si estar allá, que me digan que soy directora, que me echen de la editorial, que surja la posibilidad de seguir estudiando (cuando no tengo nada de ganas) que en la agrupación siempre sea “SU” sombra. Que nunca me vea, porque para él soy simplemente alguien en formación…(siempre para todos soy algo en formación…) tristor…

Los signos verbales tendrán a su cargo acallar, enmascarara, dar gato por liebre (jejejje GATO/GRATO/KRATO): no daré más cuenta, verbalmente, de los excesos de mi sentimiento. No habiendo dicho nada de los estragos producidos por esta angustia, podría siempre, una vez pasada, asegurarme de que nadie haya sabido nada de ella (de hecho, todos piensan que es una forma más de los alteregos bipolares que cada tanto me pinte por llorar o por desKajetarme en plena fiesta!) Potencia del lenguaje: con mi lenguaje puedo hacerlo todo; incluso y sobre todo no decir nada.

Puedo hacerlo todo con mi lenguaje, pero no con mi cuerpo. Lo que oculto con mi lenguaje lo dice mi cuerpo. Puedo modelar mi mensaje a mi gusto, pero no en mi voz. En mi voz, diga lo que diga, el otro reconocerá que “tengo algo”. Soy mentirosa, (por pretención), no comediante (el Joker se cansa últimamente demasiado!) Mi cuerpo es el de la nena enKaprichada, mi lenguaje el de una adulta bien civilizada…

…de manera tal que una larga serie de contenciones verbales (“mis cumplidos”) podrían de repente explitar en una revulsión garantizada (y generalizada) como podría ser una crisis de llanto ante los ojos atónitos del otro, y esto viene a aniquilar bruscamente todos los efectos y todo ese deseo de un lenguaje largo tiempo vigilado. Estallo entonces, estallo de bronca, ira e impotencia. Estallo donde no debo: frente al otro pidiéndole cuidados imposibles. Y de repente uno cae en que no puede hablar frente a otro, porque los ojos dicen las cosas más tristes y muestran los miedos más profundos. Es lo que dije, no tengo nada para dar más que un acting. En definitiva la del acting soy yo.

El no querer-estar-para-el-otro (la contienda) no es más que un movimiento riesgoso. Miles de imágenes hay en mi cabeza. Hay declaraciones que uno bloquea con los labios. No profiero (en realidad prefiero). Digo a ese otro que ya no importa más nada. Digo a ese otro que sigo camino. Y entonces me contengo de sentir…sólo que vuelvo a los enroques de suplementos y no complementos y me reconozco (en realidad me conozco bien). El otro es mi creación: yo no estoy para mí, por ende yo no estoy acá. Estoy allá. Dando vueltas para no-querer-asir-me

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