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jueves, 22 de abril de 2010

COSAS QUE NO ENTIENDO

1. Cada vez que hablo con mis amigas, todo parece tener un sentido cuasi filosófico y existencial. Todo tiene una lógica perfecta. El discurso no tiene ni una fisura. Hay risas, hay buena vibra, hay una existencia –yo diría cuasi perfecta-. Me voy contenta, me tomo un remo. Voy divina, feliz. Y en eso me doy cuenta de que no extraño a la persona. Caigo en que extraño lo que me hacía sentir cuando estaba con él. La puta madre, no podés extrañar a Voldemort (el innombrable) porque equivale a todo aquello que negás de tu ser. Es el cambio negativo de TU vida. La pregunta es…vale la pena? Ni en pedo. Sin embargo, me comería un bisonte de la tristeza.
2. Nos cansamos de leer los mails para entender si hay alguna respuesta, alguna interpretación del oráculo, algo, una punta, una soga para intentar-comprender-el-estadio-de-estancamiento. Perfecto, se encuentra la respuesta, se encuentra la lógica del pensamiento. Sin embargo, a los treinta te das cuenta de que nada de lo divertido y lo genial que te pasa, te toca de cerca. Sos el espectador de tus logros, y parece que le pasan a otro. Te ponés a escribir en segunda persona (segunda persona, infeliz!) y caés en la observación que no hacés más que desprenderte de tu cerebro (¿el cerebro? ¿es realmente el cerebro?) y te disociás como venís haciendo desde siempre como método ideal de escape. Genial. Seguí participando.
3. “TE AMO”, “TE EXTRAÑO”, “TE ESPERO” pasan a ser frases que te arruinan la poca estabilidad que lograste. Analizo las frases, y siento tanta bronca, tanta impotencia que me moriría del asco. Porque el ‘TE AMO’ pasa a ser un cliché de la discursividad. Es como si se dijera para llenar el silencio incómodo. Y no lo dice (Voldemort) porque lo sienta (o quizás, sí…) lo dice para desestructurar(me) y de repente me encuentro en que no sé si habré hecho bien en tomar la decisión que tomé, y me doy cuenta de que en definitiva, él espera una respuesta. Yo lo esperé por siete años. Él no hizo nada. Ahora que se muera. ‘TE EXTRAÑO’, otra frase de mierda. Porque yo lo viví como un extraño, y lo sé extraño a mí, a todo lo que soy ahora. Pero no puedo dejar de pensar en que lo extraño. Lo extraño por estar, y no permitirme ver el estado en que estoy ahora. Entonces viene el ‘TE ESPERO’ y es terrible, porque dejé en claro que no voy a volver, que no me interesa regresar y que…(y si me estoy equivocando? Y si realmente es lo que me decía la hermana de mi amiga, es EL TREN QUE PASA UNA SOLA VEZ? Y si termino como la fantasía de la mina sola que se muere tratando de alcanzar el libro del tercer estante y con la biblioteca encima?...Y si mi futuro gato me termina comiendo la cara…?) Miles de imágenes.
4. Hablo con Clau, con Gerar…y con gente que analiza. En realidad, no analizan sino (ME) analizan y tienen el tupé, (porque lo tienen) de preguntarme, y de afirmarme: VOS TODAVÍA LO AMÁS. La puta madre, quien mierda se desentiende luego de siete años de una persona. (Yo, ja) Como símbolo del exorcismo, meto la imagen del remis, y yo cargando las ocho putas bolsas de sus cosas, sacándolas de mi casa, y sacando su recuerdo de mi cabeza. Y en eso miro, me caigo a la mierda. Porque en los últimos ocho años no hay otra cosa en mi horizonte, en mi realidad. Porque era todo esa persona, y de repente, me veo en la total necedad (necesidad) de mirar el espejo, y verme y me da mucha indignación.
5. Porque ahí está el eje. Me doy cuenta de lo KÁRmiKa que se vuelve mi existencia. Repito y repito situaciones y no me doy cuenta de que vuelvo a estar siempre estancada en un mismo lugar. En el laburo, me doy cuenta de que hay una constante demanda de reconocimiento. La misma que llevo a distintos aspectos de mi vida cotidiana. ¿Para qué? Para nada, porque nada me alcanza. Me quiero autoconvencer de que nada me toca, nada me toca. Y de repente termino, arruinada llamando a Sylvia llorando. ¿Dónde quedó TORRISI? La perdí.

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